Efemérides
Del griego ἐφημερoς (ephemeros):
que dura un solo día.
12 de octubre
Fecha controvertida como pocas del calendario escolar, memora
el avistamiento de tierra por el marinero Rodrigo de Triana en 1492 de tierras
que luego se llamarían América, tras dos meses de navegación en la flotilla
bajo el mando de Cristóbal Colón. Como celebración, tiene su origen en la
propuesta hecha en 1913 por el español Faustino Rodríguez-San Pedro, Presidente
de la Unión
Ibero-Americana , para homenajear el legado de la conquista y
la colonización españolas. Tomó el nombre de Día de la raza de la celebración
homónima en España, y fue adoptada en Argentina en 1917 por decreto del
presidente Hipótito Yrigoyen.
En Argentina, tras una propuesta del INADI de modificar
el nombre de la conmemoración, fue consagrado en 2010 como Día del Respeto a la Diversidad Cultural.
Otros países de América también han cambiado en estos últimos años el nombre y
el sentido de la conmemoración. En Bolivia se celebra como Día de la Descolonización . En
Chile, Día del Encuentro de Dos Mundos. En Costa Rica, Día de las Culturas. En Ecuador, Día de la Interculturalidad.
En Perú, Día
de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural. En Venezuela, Día de la resistencia indígena. En Cuba no se celebra el 12 de Octubre.
Muchos pueblos originarios del continente americano, y
numerosos colectivos sociales del mismo, rememoran en cambio el 11 de octubre
como Último día de libertad de los pueblos originarios de América. Esta
eleccion tiene un carácter de repudio al 12 de octubre de 1492, fecha que da
inicio al proceso de colonización del continente americano.
A propósito, hace un par de años escribió el boliviano
Jaime Francisco Navarro Aguirre: “En 1992 el mundo se preparaba para festejar
los 500 años de la llagada de los españoles y ante el rechazo generalizado de
los pueblos latinoamericanos a ese evento los gobiernos capitalistas le
cambiaron el nombre a su celebración poniéndole ¨Aniversario del Encuentro de
Dos Mundos¨, pero eso no cambia el hecho histórico de que esa fue la fecha en
que se inició uno de los genocidios más grandes de la historia, la eliminación
de millones de seres humanos, que con el pretexto de que eran salvajes fueron
asesinados, las mujeres violadas y todos los nativos despojados de su tierra,
sus recursos naturales y sus riquezas. En este 2010 es pertinente
preguntarse ¿qué vamos a festejar? Si Independencia, Revolución y Verdadera
Liberación son tareas aún pendientes. Por eso este 12 de octubre
¡que Descubrimiento de América, ni que Día de la Raza , ni que Encuentro de Dos
Mundos, ni que ocho cuartos! sino Día de la Resistencia de los
Pueblo Originarios de América, a mucha honra, sí señor”.
Con motivo de esta efeméride presentamos los siguientes
materiales: Un artículo del escritor Bernardo Veksler acerca de la conquista de
América. Un texto del historiador Federico Mare sobre el trasfondo político de
los mapamundis. Y la canción El sur también existe, de Mario Benedetti y Joan
Manuel Serrat.
Una visión crítica
de la conquista de América
Por: Bernardo Veksler
Periodista y escritor residente en
la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires. Autor de varios libros editados en España y Argentina, entre
ellos Rebeliones en el fin del mundo. Historia de las organizaciones y luchas
de los trabajadores fueguinos (1999) y Alacrán. El otro lado del periodismo
(2003), y Nostalgias y vicisitudes de los judíos argentinos en Madrid (2005).
Este material fue escrito para Argenpress y publicado originalmente el
12 de octubre de 2006. En 2009 fue incorporado como material de estudio en
Economía Política Argentina y Latinoamericana de la Facultad de Trabajo
Social de la
Universidad Nacional de Entre Ríos.
El primer impacto fue el asombro, luego el miedo ante los cañones de bronce,
arcabuces, mosquetes, pistolones y la fuerza mágica del hombre blanco subido a
un caballo. Los
invasores aprovecharon el desconcierto y dominaron fácilmente a las sociedades
más desarrolladas de los aborígenes americanos, que eran más populosas e
imponentes que las existentes en Europa.
El arribo de Cristóbal Colón a América fue un emprendimiento que hizo posible
uno de los hechos más destacados de la historia de la humanidad. A partir de
esa fecha, en menos de un siglo se pudo alcanzar a conocer la dimensión total
del planeta. Se vincularon así mundos desconocidos entre sí con los más
diversos estadios de desarrollo. La ventaja para los europeos fue conocer la
pólvora, la brújula, el papel y la imprenta, entre otras adquisiciones.
El solo hecho de pisar tierra americana produjo una espectacular cadena de
acontecimientos que transformó y dinamizó la historia de la humanidad. El
descubrimiento de oro y plata en el continente desataron un verdadero aluvión
colonizador. Centenares de expediciones y millares de hombres fueron tras los
pasos de las noticias de fabulosas fortunas. En los primeros 150 años de
conquista, 17 mil toneladas de plata y unos 200 toneladas de oro arribaron a
España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero, que
abrió las compuertas a la Revolución Industrial y al desarrollo capitalista
de Europa.
La navegación superó todos los límites y se aventuró hacia todos los rincones
del planeta, el conocimiento del mundo comenzó a ser posible, el comercio
empezó a diseñar el mercado internacional y el desarrollo económico que
terminarían por sepultar definitivamente a la sociedad feudal y al absolutismo
monárquico.
La ambición no encontró barreras infranqueables. En pocos años la inmensidad
americana dejó de ser inexpugnable y españoles, portugueses, británicos,
holandeses y franceses se disputaron el gigantesco botín.
Un siglo después de la llegada de las carabelas de Cristóbal Colón al mar
Caribe, de los más de 70 millones de indígenas preexistentes sólo quedaban tres
millones y medio de almas. Primero, fueron derrotados por la desproporción de
recursos, la sorpresa y la confusión. Luego, fueron privados de su cultura y
creencias, sometidos al trabajo esclavo y finalmente, las enfermedades
importadas por los europeos encontraron a sus organismos sin anticuerpos para
resistir los virus y bacterias.
La casi extinción de la población nativa generó otro genocidio; al propiciar el
repudiable comercio de seres humanos, al arrancar millones de africanos de su
tierra ancestral para traerlos a nuestro continente como mano de obra esclava.
Medio milenio después, no se puede ocultar el exterminio indígena, salió a la
luz otra versión de la historia, atrás quedaron definiciones como el
“Descubrimiento de América”, que pretendía ignorar la existencia de millones de
seres humanos que habían descubierto el continente miles de años atrás. También
quedó demodé la más reciente definición de “Encuentro de dos mundos”, cuando en
realidad subyace el aplastamiento de uno por otro.
No se puede dejar de reconocer que la llegada europea a costas americanas
produjo un avance notable de la humanidad, pero el progreso no puede ocultar la
magnitud de sangre derramada.
La sociedad capitalista se concibió a partir de la sangre, la esclavitud y el
saqueo impulsado por las potencias europeas de la época.
El encontronazo del 12 de octubre de 1492
Las hipócritas denominaciones con que fue conmemorado el aniversario de la
llegada de las naves de Colón a tierras americanas pusieron de manifiesto el
intento de disimular, encubrir y minimizar los crímenes cometidos. Celebrar “el
descubrimiento de América” significaba omitir, nada menos, que existían unos
setenta millones de seres humanos que ya habían descubierto al continente y
vivían en él. La denominación improvisada en medio del debate de “encuentro de
dos culturas” o “de dos mundos” fue un hábil intento de falsificar la historia,
dado que ese encuentro no tuvo nada de protocolar o pacífico como cínicamente
pretendieron sus ideólogos y difusores.
El genocidio desatado, el saqueo de sus incalculables riquezas y el
sometimiento de los supervivientes presentan un cuadro muy distinto al
pretendido y mucho más próximo al de un verdadero “encontronazo” donde el
desequilibrio tecnológico impuso sus trágicas desproporciones.
La expedición de Colón fue la más destacada empresa de las que hicieron posible
uno de los acontecimientos más importantes de la historia humana: tomar
conciencia de la magnitud del planeta y poder comunicar sus diversos puntos
geográficos. Se relacionaron mundos antes desconocidos entre sí, algunos en
estadios muy primitivos de desarrollo otros más avanzados como los europeos,
que ya conocían la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta.
Se modificaron las economías cerradas de esos países para constituir un mercado
mundial. “Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la
cruzada de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas
a trabajar en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del
saqueo de las indias, la conversión del continente africano en cazadero de
esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era de
producción capitalista (...) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el
pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se
transformaban en capital” (1); “...el capitalismo aparece sudando sangre y lodo
por todos sus poros...” (2).
El oro y la plata americanos contribuyeron a formar los primeros grandes
capitales europeos, que dinamizaron la economía y detonaron la Revolución Industrial.
Simultáneamente, se generó un desarrollo incesante en las ciencias, en el
conocimiento, en las técnicas productivas, en las posibilidades de consumo y
supervivencia, etc.
El capitalismo logró cumplir un rol progresivo sólo interrumpido por las crisis
cíclicas que desquiciaban periódicamente la producción y su economía, dejando
en evidencia las limitaciones del sistema.
A pesar de este notable aporte a la evolución humana, el capitalismo desde sus
primeros pasos denotaba características salvajes, corruptas e inhumanas que hoy
se explayan en su total plenitud.
Europa, 1492
La llegada europea a América motorizó una serie de elementos que hasta ese
entonces se manifestaban en forma embrionaria y que provocaron un verdadero
sacudón en la sociedad que comenzaba a desperezarse de la economía
medieval.
A fines del siglo XV, en el continente europeo surgían y se desarrollaban las
producciones artesanales que comenzaron a impulsar la vida comercial y a
dinamizar la economía. Las monarquías iniciaron un proceso de unificación de
condados, principados y regiones autónomas insumiendo mayores gastos a sus
aparatos estatales; simultáneamente, comenzaron a eliminarse algunas barreras
aduaneras que posibilitaron la instauración de mercados regionales y luego
nacionales.
El primer paso de las transacciones fue el trueque, ante los desiguales
requerimientos surgía la necesidad de establecer compensaciones en valores
internacionalmente aceptados, por lo general, se utilizó el oro, la plata y
piedras preciosas.
“El descubrimiento de América se debió a la sed de oro que anteriormente había
lanzado a los portugueses hacia tierras al Africa, porque la industria europea,
enormemente desarrollada en los siglos XIV y XV, y el comercio correspondiente
reclamaban más medios de cambio de los que podía abastecer Alemania la gran
productora de plata entre 1450 y 1550...” (2)
El viaje de Colón hizo posible el desarrollo de las grandes compañías navieras,
su consecuencia inmediata fue un impresionante desarrollo del intercambio
regional y tasas de ganancia inusitadas, que alimentaron un formidable proceso
de acumulación primitiva de capital, basados esencialmente en el pillaje, la
apropiación de los conocimientos de los pueblos sometidos y de sus territorios.
El saqueo de América
La situación europea motorizó la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso para las
monarquías. El propio diario de viaje de Colón tiene numerosas referencias a la
obsesiva necesidad de encontrar oro. Los hallazgos de piezas ornamentales y
rituales de los nativos constituyeron la primera fase del saqueo. En las islas
de Cuba, Española y Puerto Rico en sólo dos o tres años se despojó a los
nativos de todo el oro producido en casi un milenio (3).
Agotada rápidamente esa fase del saqueo, se pasó a la búsqueda desenfrenada de
los yacimientos, derribando todo obstáculo que se erigiera en su camino.
“En menos de una década, los españoles exploraron casi todas las islas del
Caribe, especialmente Cuba, Jamaica, Puerto Rico y La Española. En 1513,
Balboa avistó el Pacífico. Durante la década de 1520-30, se inició la conquista
México y Centroamérica. Y en la próxima, la de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia
y Chile” (6).
Los primeros relatos difundían las condiciones para la captura de riquezas:
“... por las faldas de esta cordillera se han hallado grandes mineros de plata
y oro... y en todo el reino del Perú; y si hubiera quien lo sacase, hay oro y
plata que sacar para siempre jamás; porque en las sierras y en los llanos y en
los ríos, y en todas parte que caven y busquen, hallarán plata y oro”
(4).
Las dificultades para la extracción comenzaron a resolverse a partir de los
conocimientos de los propios nativos. “La causa esencial de esta rápida
recolección de metales preciosos fue el grado de adelanto minero–metalúrgico
que habían alcanzado los indígenas de América Latina. El desarrollo de las
fuerzas productivas autóctonas permitió a los españoles organizar en pocos años
un eficiente sistema de explotación. De no haber contado con aborígenes
expertos en el trabajo minero resultaría inexplicable el hecho de que los
conquistadores, sin técnicos ni personal especializado, hubieran podido
descubrir y explotar los yacimientos mineros, obteniendo en pocas décadas tan
extraordinaria cantidad de metales preciosos. En fin, los indios americanos
proporcionaron los datos para ubicar las minas, oficiaron de técnicos,
especialistas y peones, y aportaron un cierto desarrollo de las fuerzas
productivas que facilitó a los españoles la tarea de la colonización” (6).
Entre 1503 y 1660 salieron desde tierras americanas hacia España, según
constancias documentadas en Sevilla y Madrid, alrededor de 200 toneladas de oro
y 17 mil toneladas de plata. Considerando una relación de once a uno entre esos
dos metales, se llega a las dos mil toneladas de oro, esta acumulación de
envíos valuados a precios actuales rondarían los 28 mil millones de dólares
(5).
“Según las estadísticas más autorizadas, la producción de oro y plata indianos,
entre 1503 y 1560 ha
sido estimada por Soetbeer en 173 millones de ducados; por Lexis en 150
millones y por Haring en 101 millones” (6). Otras estimaciones mensuran en unas
90 mil toneladas de plata las extraídas de las entrañas americanas en el lapso
comprendido entre 1500 y 1800 y su valuación se elevaría a unos 120 mil
millones de dólares actuales (3).
(En kilogramos)
Período Plata Oro
1503-1510............-- ....4.965
1511-1520............-- ....9.153
1521-1530.............148....4.889
1531-1540..........86.193...14.466
1541-1550.........177.573...24.957
1551-1560.........303.121...42.620
1561-1570.........942.858...11.530
1571-1580.......1.118.591....9.429
1581-1590.......2.103.027...12.101
1591-1600.......2.707.626...19.451
1601-1610.......2.213.631...11.764
1611-1620.......2.192.255....8.855
1621-1630.......2.145.339....3.889
1631-1640.......1.396.759....1.240
1641-1650.......1.056.430....1.549
1651-1660.........443.256......469
TOTAL:.........16.886.815..181.333
“Con base a los datos que proporciona Alexander von Humboldt, se ha estimado en
unos cinco mil millones de dólares actuales la magnitud del excedente económico
evadido de México entre 1760 y 1809, apenas medio siglo, a través de las
exportaciones de plata y oro” (11).
Para contar con una aproximación del formidable impacto que generó esta
invasión de riquezas a territorio europeo, basta con tomar como referencia que
la totalidad del oro existente para esa época en el “viejo mundo” se estimó en
unos mil millones de dólares y la plata en unos mil quinientos millones de
dólares actuales.
Las cifras del saqueo, con seguridad, deberían elevarse notablemente si se
considerasen la cantidad de navíos hundidos, que son cuantiosos en las aguas
del mar Caribe, en las costas chilenas y en la confluencia austral de los
océanos Pacífico y Atlántico. La recuperación del cargamento de las bodegas,
hace unos años atrás, de “El Preciado”, frente a costas uruguayas, fue valuado
en cifras que oscilaban entre 600 y 3.000 millones de dólares. Sólo en las
proximidades del río de la Plata
existen otras ocho embarcaciones hundidas con sus bodegas repletas de oro y
plata.
Por otro lado, habría que considerar la carga secuestrada por piratas y
corsarios que fueron a parar a otras potencias europeas. “...el pillaje
obtenido por (el capitán) Drake puede ser considerado con justicia como la
fuente y el origen de la inversión externa británica. Con él, Isabel pagó la
totalidad de su deuda externa e invirtió una parte del remanente en la Compañía de Indias
Orientales, cuyos beneficios representaron, durante los siglos XVII y XVIII, la
principal base de las ligazones externas de Inglaterra... Jamás hubo una
oportunidad tan prolongada y tan rica para el hombre de negocios, el especulador
y el aprovechador. En esos años de oro, nació el capitalismo moderno” (8).
El despegue capitalista
La reactivación comercial desembocará en la Revolución Industrial
y en la liquidación de la sociedad medieval. Se genera así una división internacional
del trabajo que adoptó formas de triangulación: América aportó oro, plata,
materias primas y la mano de obra aborigen; Africa suministró la mano de obra
esclava que sustituyó a los exterminados nativos americanos y Europa se llevó
la parte del león, ya que produjo y comercializó los productos manufacturados a
la vez que capitalizó las transacciones de los demás vértices de la
triangulación.
España y Portugal, que fueron los primeros en avanzar en el proceso de la
unidad nacional, indujeron a la revolución comercial; pero cada vez más su
enriquecimiento fue agravando su dependencia con las naciones más
industrializadas. Los ibéricos cumplieron un rol contradictorio, por un lado,
fueron los agentes que fortalecieron a la incipiente burguesía europea, que se
enriqueció aceleradamente y comenzó a enfrentar al absolutismo feudal hasta
derrocarlo. En cambio hacia su interior tanto España como Portugal carecieron
de una burguesía industrial, razón por la cual el flujo masivo de riquezas
consolidó a la monarquía limitando el futuro de la fugaz prosperidad. Los
principales acaparadores de oro y plata americanas fueron sólo un puerto de
paso de esas riquezas, utilizado para las crecientes demandas del aparato
estatal y de las multitudinarias nobleza y clero, su destino final fue
capitalizar y expandir a la burguesía manufacturera francesa, flamenca e
inglesa.
“La condición de acreedores del Tesoro, no sólo de Carlos V sino también de
Felipe II, que vendía con anticipación los cargamentos de oro de las Indias para
sostener aventuras militares y religiosas, permitió a los banqueros y
comerciantes extranjeros controlar los metales preciosos y convertirse en los
rectores de la economía española. Era uno de los tantos tributos que el pueblo
español pagaba por la incapacidad sus clases dominantes para lograr la unidad
nacional, el desarrollo de la industria y la creación del mercado interno” (6).
Los colonizadores americanos tuvieron un objetivo claramente capitalista. La
organización de la extracción, tráfico y producción fue para generar ganancias
prodigiosas y, sobre todo, proveer al mercado mundial.
“Si no inauguraron en el “Nuevo Mundo” un sistema de producción capitalista fue
por la inexistencia de un ejército de trabajadores libres. Esta carencia obligó
a los colonizadores a utilizar opciones no capitalistas como semiesclavitud y
esclavitud. Sintetizando: producción y colonización por objetivos capitalistas,
relaciones esclavas o semiesclavas de producción y denominaciones propias del
feudalismo fueron los pilares sobre los que se asentó la Conquista de América”
(9).
Primer genocidio
El primer impacto fue el asombro y el miedo ante los cañones de bronce,
arcabuces, mosquetes, pistolones y la fuerza mágica del blanco subido a un
caballo. Esto fue aprovechado rápidamente por los astutos españoles, que
dominaron fácilmente a las sociedades más adelantadas de América: los
sedentarios aztecas, incas y mayas. Estas sociedades habían llegado a formas
sociales similares a las de los egipcios, asirios y caldeos, con la existencia
de un estado e incipientes formas de explotación tanto de los sectores plebeyos
como de las tribus vecinas que eran violentamente sometidas. Esto explica que
las sociedades americanas más desarrolladas y poderosas, por sus
contradicciones internas fueron las que más fácilmente fueron sojuzgadas.
En cambio, las tribus que adoptaban formas sociales comunistas primitivas,
fueron las que más dificultades y resistencia ofrecieron al invasor. Las
sociedades nómades dieron valientes batallas para enfrentar el sometimiento;
pero la diferencia abismal de desarrollo económico y tecnológico, expresado en
potencial bélico, hacía inexorable el resultado final.
“Los indios de América sumaban no menos de setenta millones y quizás más,
cuando los extranjeros aparecieron en el horizonte. Un siglo y medio después se
habían reducido en total a sólo tres millones y medio...” (10)
El genocidio comenzó a implementarse en la guerra de conquista. Luego, en la
explotación inhumana de los socavones. Allí, los indígenas sufrían el
desarraigo, al ser obligados a dejar sus tierras y familias; se les imponía un
ritmo de trabajo para el que no estaban acostumbrados; los socavones les
devoraban los pulmones y los dejaba rápidamente discapacitados. Algunos
adelantaban el inexorable final con el suicidio, otros mataban a sus hijos para
liberarlos del yugo inevitable y la capacidad reproductiva se deterioraba
paralelamente al desinterés por la vida.
Puerto Rico es un ejemplo de ello, a la llegada de los españoles, la población
indígena era de unas setenta mil almas; treinta años después, en 1530 –cuando
se hace el primer censo- la población nativa era de 473 libres encomendados y
675 indios esclavos.
Las rebeldías de las tribus nómades fueron apaciguadas con la acción de la Iglesia , que los sometía
por la vía religiosa para luego obligarlos a trabajar en producciones
agrícolas, forzándolos a abandonar su vida ancestral dedicada a la caza, la
pesca y la recolección, generando efectos similares a los socavones.
Otro importante porcentaje de nativos fue víctima de las enfermedades
introducidas por los europeos, los organismos indígenas no estaban preparados
para resistir a los virus y bacterias importados. Así, la viruela, tétanos,
sífilis, tifus, lepra, entre otras, produjeron estragos. “Los indios morían
como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades nuevas. Y
los que sobrevivían quedaban debilitados e inútiles. El antropólogo brasileño
Darcy Ribeiro estima que más de la mitad de la población aborigen de América
(...) murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos”
(11).
América ofrecía enormes posibilidades de enriquecimiento y toda una jauría
humana desembarcó en sus costas para cumplir con esos sueños de prosperidad a
cualquier precio. “...la sistematización económica del inmenso espacio
conquistado por los españoles puede ser resumida así: distribución de tierras
en cantidad casi ilimitada a los conquistadores y atribución a los mismos de un
gran número de indios adscriptos al trabajo forzado en esas tierras. Terminado
el momento violento de la conquista no se puede decir que la colonización se
haya desarrollado sobre principios diferentes” (12).
Otro genocidio lucrativo
El debate generado por el quinto centenario dejó a las claras la orgía de
sangre desatada por el supuesto “encuentro de dos culturas”. El exterminio de
la población nativa junto a las necesidades de mano de obra para ocuparla en
las flamantes explotaciones dio lugar a una nueva rama económica del naciente
capitalismo: el tráfico de esclavos.
Ingleses, holandeses y franceses se destacaron en este flamante negocio. Los
cazaban como a animales en el Africa, luego los cargaban en los barcos para
atravesar el Atlántico. Su primer destino eran las Antillas, luego prácticamente
toda América.
Sólo entre 1680 y 1688, la
Real Compañía Africana embarcó setenta mil negros, de los
cuales sólo llegaron a las costas americanas unos 46 mil. En Haití, ingresaba
un promedio de treinta mil esclavos por año. En 1789, la población de la mitad
francesa de la isla Española era de cuarenta mil blancos y 450 mil negros.
La reconstrucción de los datos disponibles permite determinar que, en no menos
de un siglo, se importaron unos diez millones de nativos africanos. Según
fuentes inglesas, esa estimación se duplica.
Si se toma en cuenta que gran cantidad de africanos morían antes de pisar
tierra americana, víctimas de las cacerías, en el traslado hacia los barcos, en
las tortuosas travesías hacinados en las bodegas o en el desembarco, la cifra de
seres arrancados violentamente de Africa puede elevarse a cuarenta o cincuenta
millones desde que comenzó este sucio comercio hasta mediados del siglo
diecinueve, provocando el arrasamiento de regiones, aldeas y etnias.
El censo de 1790 de Estados Unidos indicó que los esclavos sumaban 697 mil
individuos. En 1861, esa cifra se elevó a más de cuatro millones.
Un miembro de la Cámara
de Diputados de España, decía en 1870: “Un esclavo que por reglamento debía
trabajar 16 horas en la zafra y ocho o nueve durante el resto del año. Un
esclavo que recibe no más de una camisa, un calzoncillo, un pañuelo y un gorro.
Un esclavo que se alimenta con seis u ocho plátanos, con ocho onzas de carne de
bacalao o con cuatro de harina o de arroz. Un esclavo que llega con los dolores
que ha sufrido desde que lo embarcaron en la costa de Africa, que llegó a la
costa desde su lugar natal durmiendo en suelos húmedos, que es llevado a Cuba
en un barco de 200 toneladas entre más de quinientos negros, con gérmenes de
todo tipo de enfermedades, traspasan los mares con un 25 por ciento de bajas,
es arrojado al mar como insignificante lastre si el buque zozobra...”, en estas
condiciones el promedio de vida del esclavo no podía ser muy elevado. El
esclavismo como toda forma de explotación creó su ideología justificadora,
sosteniendo que los negros eran de naturaleza distinta, que se asemejaban a los
monos, etc. (13)
El papel de la Iglesia
Los religiosos buscaron congraciarse con los nativos al ofrecerles algunas
formas de protección ante el salvajismo colonizador, para luego someterlos por
la vía de la imposición cultural y el sometimiento ideológico.
El solo hecho de haber impuesto una creencia distinta, demuestra el profundo
desprecio de los sacerdotes hacia las costumbres ancestrales indígenas. El
objetivo de inculcar, catolicismo mediante, la resignación y la docilidad ante
el nivel de explotación infrahumano permitió la incorporación de una cuantiosa
mano de obra barata y útil para los proyectos de los europeos.
Las mitas y encomiendas sirvieron para organizar la explotación agropecuaria y
minera, gran parte de ellas en beneficios de la propia Iglesia.
El rol perverso jugado por esta institución medieval fue tan notorio, que ante
el debate desatado sólo pudieron erigir la figura del sacerdote Bartolomé de
las Casas, con la intención de neutralizar su complicidad con la barbarie
cometida. Pero el propio de las Casas fue un encomendero que empleó a los
nativos para su enriquecimiento personal. Luego, cuestionó el sistema y se
proclamó a favor de la introducción de negros africanos para reemplazar a los
diezmados aborígenes antillanos.
Ante la contundencia de los argumentos, la Iglesia comenzó a ensayar disculpas y pedidos de
perdón. Los obispos guatemaltecos así lo hicieron con el pueblo maya y
rindieron homenaje a las creencias religiosas nativas “que veían en la
naturaleza una manifestación de Dios” (14)
Muchos herederos de los que sufrieron en carne propia las atrocidades de los
invasores europeos y el cínico papel de la Iglesia , aprovecharon la oportunidad del viaje de
Juan Pablo II a Lima, en 1984, para entregarle una carta firmada por el
Movimiento Indio Kollasuyo, el Partido Indio y el Movimiento Túpac Katari, de
Bolivia y Perú, que en uno de sus párrafos decía lo siguiente: “Hemos decidido
aprovechar la visita del Papa para devolverle su Biblia, pues en cinco siglos
no nos ha dado ni paz, ni amor ni justicia... Por favor, llévese su Biblia y
désela a nuestros opresores, cuyos corazones y cerebros necesitan más de sus
preceptos morales... Recibimos la
Biblia , que fue el arma ideológica del asalto colonialista.
La espada española que de día atacaba y mataba cuerpos indios, de noche se
volvía cruz que atacaba el alma india...” (15).
Las rebeliones
A pesar de la enorme desproporción de fuerzas, los sometidos por los
conquistadores se rebelaron en innumerables oportunidades. Una de las más
destacadas fue la del 4 de noviembre de 1780, liderada por José Gabriel
Condorcanqui (Túpac Amaru).
Sometidos por la escandalosa esclavitud de la mita, miles de indios trabajaban
y morían en los obrajes y las minas. Durante años, antes de tomar la decisión
de rebelarse, había buscado el apoyo de los obispos de Cuzco y La Paz y otros poderosos de
América para frenar los abusos que se cometían con los indios. Pero nada había
conseguido.
Desechados esos caminos, Túpac comenzó entonces a organizar secretamente el
levantamiento que abarcaría todo el Altiplano y parte del noroeste argentino.
El día del alzamiento comenzó con la detención del corregidor Antonio de
Arriaga, quien fue ejecutado en la plaza de Tungusuca. Allí se convocaron miles
de indios y mestizos que conformaron un ejército de desesperados, apenas
armados de palos y cuchillos. Ante la multitud Túpac afirmó su intención de
“cortar el mal gobierno de tanto ladrón zángano” y liberar, por igual, a indios
y criollos. Comenzaron a avanzar, destruyendo a su paso los obrajes, pero el
movimiento fue frenado y el líder detenido y torturado. Durante el tormento no
reveló el nombre de ninguno de sus colaboradores, hasta que murió descuartizado
(16).
Las rebeliones y masacres prácticamente abarcaron todo el continente americano.
Tanto los indios del lejano oeste como los pampas y tehuelches reaccionaron con
los malones y otras formas de resistencia al avance incontenible de los colonos
blancos. Diaguitas, quilmes y mapuches, entre cientos de etnias, expresaron
también su valiente rebeldía.
Los esclavos traídos de Africa también protagonizaron rebeliones. En 1522, los
esclavos de Diego Colón –hijo de Cristóbal- llevaron a cabo la primer
sublevación que se tenga memoria, fueron sosegados y terminaron ahorcados en
los senderos del ingenio.
En Brasil, numerosos negros huían de las explotaciones hacia la selva. Los
cimarrones se fueron concentrando y organizando hasta llegar a constituir el
reino de Palmares, en pleno Amazonas. La superficie que controlaban llegó a
alcanzar un tercio del dominio portugués de la época. Durante todo el siglo
XVII resistieron el acoso de expediciones holandesas y portuguesas que
intentaron aniquilar a ese mal ejemplo.
Palmares contaba con abundancia de alimentos, porque la producción estaba al
servicio de las necesidades, existían policultivos que contrastaban con las
explotaciones de los colonizadores, donde predominaba el cultivo de la caña de
azúcar, que se producía para abastecer a Europa.
En 1791, estalla una exitosa rebelión negra en Haití que logra abolir la
esclavitud y desata la huida masiva de los blancos. Trece años después,
constituyen la primera república negra de América, cuya constitución
consideraba negros a todos los ciudadanos independientemente del color de su
piel.
La resistencia de los oprimidos y la comprobación por parte de los poderosos
que la mano de obra esclava no era suficientemente productiva, que las nuevas
técnicas necesitaban de una mayor capacitación y que podría ser muy lucrativo
la incorporación de millones de consumidores, produjo el fin de la lacra de la
esclavitud.
La burguesía criolla
Una vez que se consolidaron en el poder, luego de superado el radicalizado y
tumultuoso período de la emancipación latinoamericana, las nacientes
oligarquías y burguesías orientaron su voracidad a ocupar la extensión
territorial expulsando a sangre y fuego a los legítimos dueños de las tierras.
El promotor de la campaña contra los indios pampeanos así exponía ante el
Congreso su plan: “En la superficie de quince mil leguas que se trata de
conquistar, comprendida entre los límites del río Negro, los Andes y la actual
línea de fronteras, la población indígena que la ocupa, puede estimarse en
veinte mil almas, en cuyo número alcanzan a contarse de 1800 a 2000 hombres de
lanza... Su número es bien insignificante con relación al poder y a los medios
de que dispone la
Nación. Tenemos seis mil soldados armados con los últimos
inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen
otra defensa que la dispersión, no otras armas que la lanza primitiva” (17). El
general Roca fue el “héroe” de la denominada “Conquista del Desierto”, un
desierto poblado por “veinte mil almas”.
El exterminio de los indios pampeanos fue aprobado por la oligarquía
bonaerense. Como consecuencia de ese despojo sangriento, 1843 personas se
repartieran 41.787.023
hectáreas de la mejor tierra argentina, entre 1876 y
1903.
El presidente Miguel Juárez Celman, en 1888, justificó con argumentos racistas
los “obsequios” efectuados luego del brutal desalojo indígena: “Dicen que
dilapido la tierra pública, que la doy al dominio de capitales extranjeros:
sirvo al país en la medida de mis capacidades. (Carlos) Pellegrini mismo acaba
de escribirme que la venta de 24 mil leguas sería instalar una nueva Irlanda en
la Argentina.
¿Pero no es mejor que estas tierras las explote el enérgico sajón y no que
sigan bajo la incuria del tehuelche?”.
Esta conducta de la burguesía criolla fue, con algunas diferencias de matices,
la que se repitió en cada país americano.
Las películas del lejano oeste invierten cínicamente los roles de quienes
fueron los protagonistas del salvajismo. Un líder piel roja, a fines del siglo
pasado, reflejó con estas palabras su angustia: “estoy cansado de luchar.
Nuestros jefes han muerto... Todos los ancianos han muerto. Hace frío y no
tenemos frazadas. Los pequeñuelos mueren de frío. Algunas de mis gentes han
escapado a las montañas y no tienen abrigo ni alimento... Quiero tener tiempo
de buscar a mis hijos y ver cuantos de ellos han quedado. Acaso los encuentro
entre los muertos. Oíd, mis jefes, mi corazón está triste y enfermo. Estoy
cansado” (18).
Mientras, el epitafio de la tumba de un puritano del siglo XVII nos recuerda a
otros personajes que asolaron otras regiones del continente, en este caso,
Tierra del Fuego: “Consagrado a la memoria de Lynn S. Love, quien, en el
transcurso de su vida mató a 98 indios que le fueron dados por el Señor. El
esperaba elevar esa cifra a 100 antes de fin de año, cuando en su casa, se
durmió en los brazos de Jesús” (19).
El aniquilamiento continúa, la rebelión también.
Negros e indios fueron utilizados en la primera línea de combate en la guerra
de independencia y en las luchas fratricidas posteriores. Tanto Argentina como
Paraguay contaban con una gran población negra hoy casi inexistente, fruto de
ese exterminio sufrido al que aportaron también numerosas epidemias.
Rigoberta Menchú, indígena guatemalteca premio Nóbel de la Paz , afirmó tiempo atrás que:
“En los últimos veinte años, he recorrido todos los países con pueblos
indígenas. Y por doquier encontré la misma realidad: nadie quiere darnos voz...
Hace poco estuve en Canadá: indígenas de esas tierras, fueron despojados de
todo por las empresas multinacionales que talan los bosques. Actualmente, hay
ocho de estas firmas en plena actividad. Allí pudimos ver lo que está haciendo
nada más que una de esas compañías: en un año talaron bosques por una extensión
que supera el millón doscientos mil metros cuadrados por lo que serán
necesarios doscientos o trescientos años para que esa tierra recupere su ritmo
natural”.
No es muy distinto el panorama de los pueblos indígenas de toda América, los
sobrevivientes del genocidio continúan hoy sufriendo crímenes, despojos,
atropellos y represión cuando intentan manifestarse en defensa de sus derechos.
Durante los primeros años de la gesta emancipadora latinoamericana, los
oprimidos vieron que sus reclamos se vinculaban con las causas nacionales. El
general Simón Bolívar abolió la esclavitud, Juan José Castelli liberó a los
indígenas del Alto Perú de las encomiendas y José Gervasio Artigas redistribuyó
tierras entre los pobres.
La opresión que siguen sufriendo indios, negros, mulatos y mestizos no es muy
distinta a la que sufren obreros, jornaleros y los millones de marginados. El
sistema capitalista, con su versión globalizada, continúa acumulando
víctimas.
La lucha por la liberación del sojuzgamiento dependerá de que las crecientes
víctimas puedan resistir y El sistema de dominación imperante y los gobernantes
funcionales a ese status quo son los responsables del empobrecimiento
generalizado, del hundimiento de las economías y de la descomunal entrega del
capital social. Ellos son los causantes de que 180 millones de niños, mujeres y
hombres latinoamericanos padezcan hambre, miserias, marginación y desesperanza.
Este nuevo aniversario de la llegada europea a tierras americanas, encontrará a
los gobernantes de nuestros países nuevamente como los promotores de las
celebraciones, no es casual, ellos son los que abren las puertas a la
colonización, entregan las riquezas, someten al pueblo trabajador a cada vez
mayores sufrimientos y explotación, generan aumento de la mortalidad infantil y
disminución del promedio de vida de los más pobres, y eliminan todo rasgo
social progresista.
Ayer como hoy la sangre, el sudor y las lágrimas que corren son de los
oprimidos.
Fuentes:
- Carlos Marx, El Capital. Libro I.
- Carta de Federico Engels a C. Schmidt, 17/10/1890.
- Pierre Chaund. Seville et l´Atlantique, Paris, 1959.
- Pedro de Cieza de León,
- H.J. Hamilton. American Treasure and the Price Revolution in Spain. Harvard University Cambridge, USA, 1934.
- Luis Vitale. Historia Social Comparada de los pueblos de América Latina, Tomo I. Atelí, Punta Arenas, 1998.
- Oscar Pintos Santos, basado en los estudios de H.J. Hamilton. Diario Gramma,
- John Maynard Keynes, Treatise on Money.
- Nahuel Moreno y George Novak. Feudalismo y Capitalismo en
- Darcy Ribeiro, Las Américas y
- Eduardo
- Ruggiero Romano. Le Rivoluzione del centro e Sudamérica, in Le revoluzioni borghesi. Milán, Fratelli Fabril, 1973.
- Distintas notas publicadas en
- Diario Página 12, Buenos Aires, 10/10/92.
- Diario
- Diario Clarín, Buenos Aires, 4/11/91.
- Informe del general Julio Argentino Roca al Congreso de
- Citado por Morrison y Commager. Historia de los Estados Unidos.
- H.H.Jackson. Un siglo de deshonra (citado por O. Coggiola en “1492-1992, El capitalismo festeja su senilidad”)
12/10/2006
Artículo extraído del blog de Bernardo Veksler:
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Cartografía e imperialismo
Por: Federico Mare
Historiador mendocino,
integrante del colectivo La
Hidra de Mil Cabezas.
Artículo publicado el 26 de agosto de 2012 en la revista digital
del sindicato docente ATEN, de Neuquén, de nombre homónimo al de nuestro blog, Viento del sur:
http://www.revistavientodelsur.com.ar
http://www.revistavientodelsur.com.ar
Siempre
son los países del Tercer Mundo, como decimos hoy, los países de los pueblos
antiguamente colonizados, los que tienen un lugar secundario en el mapa de
Mercator. Su mapa es la expresión de la época de la europeización del mundo, de
la época de la dominación mundial del hombre blanco, de la explotación colonial
del planeta por parte de una minoría de pueblos blancos dominadores, bien
armados, técnicamente superiores y brutales. Esa época no ha de eternizarse
mediante la insistencia en la imagen geográfica mundial creada por esa minoría.
Arno
Peters*
Una
historia crítica de la ideología del colonialismo europeo en la modernidad
(desde el Renacimiento hasta la
Posguerra ), así como de sus secuelas neocoloniales e
imperialistas más contemporáneas, no debiera desatender jamás la
dimensión cartográfica. Si hay algo que ha condensado y legitimado la
vocación imperialista de Occidente son sus planisferios. Pero vayamos por
partes.
En primer lugar, la preferencia temprana (siglo XVI) de
Europa por la proyección geográfica de Mercator. El cartógrafo flamenco Gerhard
Kremer, alias Mercator, ante el problema geométrico de cómo representar
la esfera terrestre en una superficie plana o
de dos dimensiones –vale decir, en un mapa (mapamundi)–, optó por la
proyección cilíndrica conforme,** que se conocería desde
entonces (1569) por su nombre. Esta representación, que se convertiría rápidamente
–hegemonía de Occidente mediante– en la imago mundi más difundida en
todo el orbe durante los últimos cinco siglos, y que todavía persiste hoy,
tenía un importante defecto: a mayor distancia del ecuador, menor fidelidad. La
franja ecuatorial estaba bien representada, pero las zonas situadas al norte y
al sur de la misma se hallaban magnificadas, sobredimensionadas en su
tamaño. Así, por citar dos ejemplos, Europa (9.700.000 km²) aparecía como mayor
a Sudamérica (17.800.000 km²) y Escandinavia (1.100.000 km²) superaba a la India (3.300.000 km²). Había
alternativas mejores, soluciones cartográficas geométricamente más
consistentes. Sin embargo, se impuso la distorsiva proyección de Mercator. ¿Por
qué? Porque ninguna ciencia es aséptica. Todo saber epistémico está atravesado
por la realidad sociohistórica y sus construcciones ideológicas. La propuesta
cartográfica de Mercator es, en una palabra, eurocéntrica.
Pero
el sesgo ideológico del planisferio de Mercator no se agota en la proyección
cilíndrica conforme. Otro elemento a tener en cuenta es el descentramiento
del Ecuador. La latitud 0º, el paralelo que divide horizontalmente al
mundo en dos mitades iguales, no se ubica en el centro del mapa sino
bastante más abajo. ¿El resultado? Dos tercios del mapa corresponden al
hemisferio norte y sólo un tercio al hemisferio sur. Otra distorsión nada
casual, otra manipulación netamente eurocéntrica.
No
es todo. Si consideramos el mapamundi de Mercator en su
aspecto longitudinal u «horizontal», Europa aparece en el centro,
mientras que América y Asia a los costados. Oceanía, como no cabría esperar de
otro modo habida cuenta su papel marginal en el sistema colonial mundial, queda
partida en dos. Dicho de otro modo, el Atlántico es privilegiado en desmedro
del Pacífico. Este «atlantocentrismo» tampoco es casual. También él revela el
sesgo europeizante de la cartografía. Todas las potencias coloniales
occidentales se expandieron desde el Atlántico.
En segundo lugar, y ya dejando de lado al planisferio de
Mercator, constatamos la predilección de Occidente por la cartografía de
corte geopolítico. La gama de mapas es muy amplia: mapas orográficos,
hidrográficos, geológicos, pluviométricos, demográficos, etnolingüísticos, etc.
etc. Sin embargo, el diseño cartográfico por antonomasia ha llegado a
ser el geopolítico. La primera imagen que nos viene a la mente cuando escuchamos
la palabra «mapa» es, sin duda, la del un mapamundi variopinto en el cual cada
territorio nacional está representado con un color. Esta preferencia
cartográfica por lo geopolítico tampoco es inocente. Al rastrear su origen, nos
topamos, una vez más, con la expansión colonial y la cosmovisión eurocéntrica.
Si hay algo que llama la atención de los planisferios usados –e impuestos–
por las potencias occidentales a finales del siglo XIX y comienzos del XX —edad
de oro del imperialismo— es el regodeo con la representaciónpolicromática. Cada
imperio colonial se distingue prima facie por un color, sin
dificultad ni tardanza. ¡Cuánto orgullo experimentaba un oficial británico de
la Royal Navy al contemplar su patria coloreada de rojo al igual que
sus numerosas y extensas posesiones de ultramar! ¡Qué placer indescriptible
sentía un burgués de la London Stock Exchange al ver la quinta
parte de la superficie terrestre pintada de colorado! Lo mismo puede decirse de
los franceses, alemanes, holandeses, belgas, portugueses, italianos, españoles,
daneses y, desde luego, estadounidenses.
Por la misma razón, tampoco debe sorprendernos la
celeridad proverbial con que se plasmó en la cartografía de la época las
resoluciones de la
Conferenciade Berlín (1884-85). Pocas cosas simbolizan tan
bien la euforia imperialista de la Belle Époque como los mapas
multicolores del reparto del África. Los tonos vivos están reservados a los
territorios coloniales, abrumadoramente mayoritarios; los tonos deslucidos, a
las dos minúsculas regiones aún formalmente libres del continente:la República de Liberia y
el Reino de Etiopía. Todo un símbolo.
En tercer y último lugar, debemos mencionar la elección
del Real Observatorio de Greenwich como punto de referencia para el trazado del
meridiano 0º. Esta
línea, como es sabido, es la base de la división del mundo en sus 24 husos
horarios. La elección de la localidad de Greenwich para esta trascendental
función cronométrica a escala universal tampoco es casual. Está situada en
Londres, capital del Reino Unido. En 1884, año en que se convino hacer del
meridiano de Greenwich el meridiano 0º, Gran Bretaña era la mayor potencia
colonial del orbe. Nuestro sistema de husos horarios es anglocéntrico: su
origen está indisolublemente ligado a la Pax Britannica.***
Los famosos planisferios «Rivadavia», que siguen siendo
los más usados en las escuelas de nuestro país, están diseñados de acuerdo a la
proyección de Mercator. Para reflexionar…
* Geógrafo alemán (1916-2002). Basándose en el trabajo
del astrónomo escocés James Gall (1808-1895), desarrolló durante los años ’60
–en pleno auge de la
Descolonización y los movimientos de liberación nacional–,
una técnica de proyección cartográfica libre de distorsiones eurocéntricas.
Aunque cilíndrica como la de Mercator, la proyección de Gall-Peters es
equiareal en vez de conforme. Se le dice equiareal al mapa que
representa con exactitud las áreas, las magnitudes de los espacios marítimos y
terrestres, sin importar su ubicación latitudinal. Se comprenderá mejor esta
distinción luego de leer el presente artículo en su totalidad.
** «Conforme» significa, en
este contexto, que todos los ángulos resultantes del cruce entre paralelos y
meridianos son rectos, es decir, que miden uniformemente 90º. Esta
característica del mapamundi de Mercator obedece a su función primordialmente
náutica. Desde luego, este sesgo naval no es inocuo. Representar ala Tierra
como un espacio navegable es propio de un hombre consustanciado con una
civilización –la occidental– lanzada a la colonización del mundo.
*** El matemático boloñés
Giuseppe Barilli (1812-1894), más conocido por el seudónimo de Quirico
Filopanti, no pudo ofrendarle a su amada Italia, recientemente unificada, los
frutos de su labor pionera. Quien creara en 1858 el sistema de husos
horarios –un hombre de activa militancia nacionalista– no pudo ver
cumplido su gran sueño: la elección de Roma, meca del Risorgimento, como
punto de referencia para el trazado del meridiano 0º. Pura correlación de
fuerzas: para 1884,la
Ciudad Eterna era la capital de un estado-nación emergente;
Londres, en cambio, el epicentro del mayor imperio mundial.
COMPARACIÓN DE LAS PROYECCIONES MERCATOR / PETERS
Otros mapas
1482 - Proyección cónica inspirada en Ptolomeo
1500 - Mapa portulano atlántico de Juan de la Cosa
1502 - Planisferio de Cantino
1507 - Mapamundi de Martín Waldseemüller
1513 - Mapa de Piri Reis
1519 - Planisferio de Lupo Homem
1529 - Mapa de Diego Rivero
1539 - Carta Marina de Olaus Magnus
1569 - Mercator - Mapamundi original
1589 - Mapa de Gerard de Jode
1606 - Mapa de Willem Janszoon Blaeu
1627 - Mapa Johannes Kepler
1805 - Proyección de Mollweide
1892 - Proyección Hammer-Aitov
1925 - Proyección de Goode
1946 - Proyección de Fuller (Mapa Dimaxion)
1961 - Proyección de Robinson
2003 - Mapamundi antiglobalización
2012 - Composición de fotografías satelitales
El sur también existe
(Mario Benedetti - Joan Manuel Serrat)
Video
Del
especial EL SUR TAMBIÉN EXISTE emitido por TVE en 1986.
Con
su ritual de acero,
sus grandes chimeneas,
sus sabios clandestinos,
su canto de sirena,
sus cielos de neón,
sus ventas navideñas,
su culto de Dios Padre,
y de las charreteras.
Con sus llaves del reino
el Norte es el que ordena.
Pero aquí abajo, abajo,
el hambre disponible
recurre al fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el Norte no prohibe.
Con su esperanza dura
el Sur también existe.
Con sus predicadores,
sus gases que envenenan,
su escuela de Chicago,
sus dueños de la tierra,
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta,
sus gastos de defensa.
sus defensas gastadas,
sus gastos de defensa.
Con su gesta invasora
el Norte es el que ordena.
Pero aquí abajo, abajo,
cada uno en su escondite,
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses,
apartando lo inútil
y usando lo que sirve.
Con su fe veterana
el Sur también existe.
Con su corno francés
y su academia sueca,
su salsa americana
y sus llaves inglesas,
con todos sus misiles
y sus enciclopedias,
su guerra de galaxias,
y su saña opulenta.
Con todos sus laureles
el Norte es el que ordena.
Pero aquí abajo, abajo,
cerca de las raíces,
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible.
Que todo el mundo sepa
que el Sur,
que el Sur también existe.
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