sábado, 15 de septiembre de 2012


Historia de docentes - Docentes con historia

Elena   Quinteros 


Elena  Quinteros, maestra uruguaya, detenida desaparecida  por la dictadura que gobernó Uruguay desde 1973 a 1985. Fue secuestrada del predio de la Embajada de Venezuela en Montevideo el 26 de junio de 1976. Ya en democracia, la Escuela Nº 181 del barrio Flor de Maroñas de Montevideo lleva su nombre. Es un barrio de gente humilde y trabajadora. 




Esta canción nació como homenaje a la docente uruguaya Elena Quinteros. 
En el video, Daniel Viglietti cuenta la historia y la canta. 




TIZA Y BASTÓN

A Tota y Elena canto
con emoción contenida,
con la tiza y el cuaderno
soñaban cambiar la vida.

Maestras de vocación
en diferentes estambres,
sopa de letras sembraron
en las infancias con hambre.

Elena tuvo en el vientre
a su madre sin saberlo,
utópico el embarazo
hay que creer para verlo.

Conciencia dio con su ejemplo
de maestra y militante,
si no es verdad lo que digo
que venga otro y que lo cante.

Tiz tiz, canta la tiza
de la señorita Elena,
los niños alzan la mano
y alejan todas las penas.

Toc, toc, dice el bastón,
y es la Tota que camina,
alerta con estas madres,
son de América Latina.

A Elena se la llevaron
los buitres entre las garras,
la Tota empezó a buscarla,
a morir sin encontrarla.

En el arte de la fuga
Elena arriesgó sus pasos,
asilo venezolano,
Bolívar le abrió los brazos.

Los verdugos invadieron
espacio de un pueblo hermano,
de nuevo la secuestraron,
callando murió en sus manos.

Tiz tiz, canta la tiza
de la señorita Elena,
los niños alzan la mano
y alejan todas las penas.

Toc toc, dice el bastón,
y es la Tota que camina,
alerta con estas madres,
son de América Latina.

Se sabe que nada dijo
en medio de los martirios,
soñaba cambiar la vida
empezando por los niños.

Hoy nace una escuela nueva,
los niños le dan su nombre
y la recuerdan felices,
que nadie de esto se asombre.

Porque las Quintero fueron
luminosas en su historia,
compañeras entrañables,
fundadoras de memoria.

Tiz tiz, canta la tiza
de la señorita Elena,
los niños alzan la mano
y alejan todas las penas.

Toc toc, dice el bastón
y es la Tota que camina,
alerta con estas madres,
son de América Latina.

A Tota y Elena canto
con emoción contenida,
con tiza y bastón gritando:
¡viva América Latina!




 Elena Cándida Quinteros nació en Montevideo el 9 de setiembre de 1945. El hogar de trabajadores donde se crió estaba constituido por su madre, María del Carmen Lidia Almeida Buela (“Tota”) y su padre Roberto Luis Quinteros Pujadas. 





Comenzó a estudiar magisterio en 1962. A los 21 obtiene el título de maestra. Junto a ella, recién salidos de la adolescencia, surge una camada de activos militantes gremiales y políticos. Integra la Federación Anarquista Uruguaya y luego, en 1975, el Partido por la Victoria del Pueblo. Realiza actividad sindical en la Federación Uruguaya de Magisterio.



En abril de 1967, con 22 años, Elena junto a Sara Méndez, Lilián Celiberti, Yamandú González y Telba Juárez, entre otros, participan en las Misiones Sociopedagógicas en el interior rural de Uruguay. Celiberti y González recuerdan esa experiencia, que marcó en muchos aspectos a sus protagonistas: 

“Conocer una realidad de pueblos de ratas, a los niños y sus padres que allí vivían, las dificultades de un maestro para mantener una escuela en un lugar donde se carecía de materiales imprescindibles -nosotros fuimos a Durazno-, significó un shock para quienes recién comenzábamos. Al impacto emocional siguió la reflexión de que para que cambiara había que hacer algo...  la experiencia nos cambió la vida y a fin de año comenzamos a comprometernos gremialmente. Ella tenía 19 años... Nadie como el maestro sabe de los problemas de la desnutrición y el hambre de los niños, nadie como él sabe de plagas y enfermedades que se extienden en la población escolar, nadie como él conoce los problemas afectivos y la desestructuración de los núcleos familiares. Por eso los estudiantes magisteriales estuvieron en la primera línea de combate. Eso se daba cuando se juntaban a la realidad esa, que ahí se vivía, una sensibilidad política. La misión en Capilla de Farruco en Durazno, en 1967, fue la primera de una serie de experiencias realizadas por el estudiantado, conjuntamente con los estudiantes del Instituto Normal de Durazno. Y así en los meses de preparación en que íbamos a la escuela de Cuchilla de Machín en las cercanías del Sauce, estuvo Elena compartiendo músicas y bailes y su famoso fainá de queso confeccionados por la Tota. Los intentos de aprender a andar a caballo, las tareas diarias que nos acercaban en cierto modo a los objetivos de la misión, las visitas para conseguir artistas que participaran en los festivales que organizábamos, las trabajosas gestiones para los diversos asuntos que hacíamos en Montevideo, en fin, tenían a Elena como una de sus protagonistas. Fueron años en que su presencia y compromiso alimentó al colectivo de los estudiantes de Magisterio. Elena no era brillante, pero siempre estaba.” 


Los datos fueron extraídos del libro Secuestro en la embajada. El caso de la maestra Elena Quinteros, de Raúl Olivera Alfaro y Sara Méndez. Es posible leer algunos capítulos en: 

http://elenaquinterospresente.blogspot.com.ar






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